A lo largo de la vida cualquier capitalino ha atravesado infinidad de calles, ha pasado por cruces de todo tipo y tamaño, algunas veces esperando un semáforo que le dé luz verde y otras tanto pasando entre los automóviles de la ciudad, con el único objetivo de llegar a su destino. Pero también es cierto que ningún chilango puede hacer nombre de ese mote si no ha atravesado el cruce peatonal más transitado de la Ciudad de México: el de Calle Madero y el Eje Central.
Así es, el paso de cebra mas concurrido del país se localiza en el Centro Histórico, lo cual cobra mucho sentido al ser el primer cuadro de la ciudad, ser el centro más grande de América Latina, contar con 668 manzanas y ser la sede de gran parte del patrimonio tangible e intangible de la cultura mexicana; lo que lo coloca como un lugar perfecto para descubrir por locales y turistas.
Los datos más curiosos
El cruce en realidad hace intersección con tres importantes vialidades: por un lado la Avenida Juárez, bautizada así en honor al mandatario Benito Juárez, luego de su entrada triunfal desde la Plaza Mayor hasta el Zócalo en julio de 1867; la Calle Madero, que por cierto, es la segunda calle más antigua de la CDMX, trazada por el español Alonso García Bravo luego de la caída de Tenochtitlán; y el Eje Central, una de las avenidas principales pues atraviesa a la ciudad de Sur a Norte.
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Cada hora cruzan aproximadamente 9,000 personas y 1,200 automóviles, lo cual genera un flujo diario de 300,000 personas durante el transcurso de un día, una cifra similar a la cantidad de gente que transita en Times Square, en Nueva York. A pesar de ese gran aflujo de personas pocas veces se ve a las personas chocar, esto debido a que al momento del cruce suelen existir personas que lideran avanzando primero, el resto los sigue generando un correcto paso peatonal.
Este paso peatonal es considerado también uno de los más conflictivos debido a la alta afluencia de transeúntes que a diario se abren paso a lo largo de los 15 metros de ancho del camino y cuyo tiempo de recorrido máximo son un minuto con cinco segundos que dura el semáforo en siga.
Lo cierto es que más allá de todos los datos que envuelven a este majestuoso cruce, no existe nada como caminar entre la multitud para disfrutar una experiencia única, elegir un rumbo en espera del farol verde, sumergirse y sentirse envuelto por esa masa de gente caminando a su paso, unirse por unos segundos y luego seguir cada uno su camino.