El consumo de gasolina no depende únicamente del tipo de vehículo o del estado del motor. Los hábitos de manejo tienen un impacto directo en el rendimiento del combustible. Muchos conductores, sin saberlo, adoptan prácticas que provocan un gasto innecesario, afectando tanto el bolsillo como al medio ambiente.
Uno de los hábitos más comunes que incrementan el consumo es acelerar bruscamente. Al pisar el acelerador de forma repentina, el motor demanda más energía, lo que eleva significativamente el uso de combustible. Según la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE), lo ideal es acelerar de forma progresiva y mantener una velocidad constante en carretera.
Otro error frecuente es frenar con intensidad y de manera continua. Este estilo de manejo, además de generar desgaste en las pastillas de freno, obliga al auto a utilizar más fuerza para volver a tomar velocidad, lo que se traduce en un mayor gasto de gasolina. Anticipar los movimientos del tránsito y mantener una distancia prudente ayuda a evitar frenadas innecesarias.
Mantener el vehículo encendido durante largos periodos sin necesidad, como al esperar a alguien con el motor en marcha, también provoca un consumo constante. Aunque no se esté moviendo, el motor sigue quemando combustible. Apagarlo en paradas prolongadas es una buen hábito para ahorrar.
La comodidad puede costar mucha gasolina
El uso excesivo del aire acondicionado es otro factor relevante. A altas temperaturas, el sistema de climatización puede exigir hasta un 20% más de esfuerzo al motor, sobre todo en trayectos urbanos. Abrir las ventanas cuando conduces a bajas velocidades y usar el aire de forma moderada ayuda a reducir el impacto.
Además, llevar peso innecesario en el vehículo o usar portaequipajes sin estar en uso incrementa la resistencia y obliga al motor a consumir más gasolina. De acuerdo con Michelin, vaciar la cajuela de objetos pesados y desmontar accesorios cuando no se necesitan mejora el rendimiento.
