El Gran Premio de la Ciudad de México es uno de los eventos más emblemáticos del calendario de la Fórmula 1, reconocido por su ambiente vibrante, su afición apasionada y su historia llena de momentos memorables. Sin embargo, su origen se remonta a una época en la que el automovilismo apenas comenzaba a consolidarse en el país.
La historia del GP de la Ciudad de México comenzó a principios de la década de 1960, cuando el país buscaba posicionarse dentro del panorama internacional del deporte motor. La primera carrera de F1 en territorio mexicano se celebró en 1962, aunque de manera no oficial, es decir, no formaba parte del campeonato mundial. El evento se llevó a cabo en el entonces Circuito de la Magdalena Mixhuca, en la Ciudad de México, y fue concebido como una oportunidad para atraer al público local y demostrar la capacidad del país para organizar competencias de alto nivel.

Lamentablemente, aquella edición inaugural quedó marcada por la tragedia, ya que el joven piloto mexicano Ricardo Rodríguez, de tan solo 20 años, perdió la vida durante las prácticas al volante de su Ferrari. A pesar del accidente, el entusiasmo por la F1 no se detuvo y el circuito fue rebautizado poco después como Autódromo Hermanos Rodríguez, en honor a Ricardo y a su hermano Pedro, también piloto de renombre internacional.
Gracias a los esfuerzos de organizadores, autoridades y patrocinadores, el GP de la Ciudad de México se incorporó de manera oficial al calendario de la F1 en 1963. En esa primera edición oficial, el británico Jim Clark, con Lotus, se llevó la victoria, inaugurando una etapa dorada para el automovilismo en México. Durante los años siguientes, la carrera atrajo a miles de aficionados y se consolidó como una de las fechas más esperadas del campeonato.
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El evento se mantuvo en el calendario hasta 1970, cuando fue suspendido por problemas de seguridad y organización. Décadas más tarde, regresó en 1986 y, tras otra pausa, volvió definitivamente en 2015, convertido en un referente mundial por su espectacular organización y su público entusiasta. Hoy, el GP de la Ciudad de México representa no solo una cita deportiva, sino también un símbolo del orgullo nacional y de la pasión mexicana por la velocidad y la F1.