La Ciudad de México (CDMX), una de las metrópolis más grandes y pobladas del mundo, enfrenta un desafío ambiental significativo: la mala calidad del aire.
Rodeada de montañas y con una altitud que dificulta la dispersión de contaminantes, la capital mexicana es un caldo de cultivo para la acumulación de sustancias nocivas en la atmósfera.
El día de hoy, en De Cero a 100, hablaremos sobre la particular situación geográfica y atmosférica de nuestra bella CDMX.
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¿Por qué hay tan mala calidad del aire en la CDMX?
Como decíamos, nuestra ciudad tiene particulares características. Vivimos en la cuenca del Valle de México, una cuna geográfica que nos aísla del resto del país.
La calidad del aire en la CDMX se ha deteriorado debido a múltiples factores. La situación se agrava por la falta de vientos fuertes y lluvias regulares que podrían ayudar a limpiar el aire.
Además, el crecimiento acelerado de la población y la expansión urbana ha incrementado la demanda de energía y transporte, lo que se traduce en más emisiones contaminantes.
La descentralización ha llevado a que la población se desplace mayores distancias, aumentando así la huella de carbono de la ciudad.
Se estima que los asentamientos irregulares concentran aproximadamente el 62% de la población total, ocupando alrededor del 50% de la superficie de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Los asentamientos irregulares, que albergan a una gran parte de la población, contribuyen al problema al no contar con infraestructura adecuada para el manejo de residuos y emisiones.
¿Cómo repercute la mala calidad del aire en los ciudadanos?
La mala calidad del aire afecta directamente la salud de los habitantes. La exposición a contaminantes como el ozono y las partículas PM2.5 puede provocar enfermedades respiratorias, cardiovasculares y alergias.
El smog fotoquímico, compuesto por diversos compuestos gaseosos y aerosoles, es especialmente dañino.
Los estudios de la UNAM han mostrado que la acumulación nocturna de precursores de ozono, debido a la capa de inversión de temperatura, aumenta los niveles de este contaminante al amanecer, afectando no solo a quienes están al aire libre sino también dentro de hogares y oficinas.
Para enfrentar este desafío, es crucial que tanto las autoridades como los ciudadanos tomen medidas proactivas.
Reducir el uso de vehículos particulares, fomentar el transporte público y la movilidad no motorizada, y mejorar la infraestructura para el manejo de residuos son pasos fundamentales.
Además, es importante promover la educación ambiental y la conciencia sobre el impacto de nuestras acciones en la calidad del aire.
La colaboración entre instituciones educativas y de gobierno, como el IMCO, el Instituto Tecnológico de Monterrey y la UNAM es vital para desarrollar estrategias efectivas que mejoren la calidad del aire y, por ende, la calidad de vida en la CDMX.
Sin embargo, también el sector industrial también debe sentarse en la mesa para dialogar sobre su participación en este problema, ya que ellos son uno de los principales responsables.