Brasil ha sido, a lo largo de la historia, una de las naciones más influyentes en la Fórmula 1. Su legado está marcado por campeones mundiales, ídolos inolvidables y una pasión incomparable por el automovilismo. Desde Emerson Fittipaldi hasta Ayrton Senna, los pilotos brasileños han dejado una huella profunda en el deporte motor.
El pionero fue Fittipaldi, quien debutó en 1970 y se convirtió en el primer campeón brasileño de la F1 en 1972 con Lotus. Dos años después, volvió a conquistar el título con McLaren, convirtiéndose en el bicampeón más joven de la época. Emerson abrió las puertas a una generación de pilotos sudamericanos y consolidó el nombre de Brasil en la máxima categoría.
A finales de los setenta emergió Nelson Piquet, otro de los grandes nombres del automovilismo brasileño. Fue tricampeón del mundo (1981, 1983 y 1987), destacándose por su estilo técnico y su habilidad para desarrollar autos competitivos. Ganó con Brabham y Williams, demostrando su talento en diferentes equipos y contextos.
Pero fue Ayrton Senna quien se convirtió en el máximo ícono del automovilismo brasileño y mundial. Con tres títulos mundiales (1988, 1990 y 1991), cautivó a millones de fanáticos con su velocidad, precisión bajo la lluvia y carisma. Su trágica muerte en 1994, durante el GP de San Marino, lo elevó a la categoría de leyenda y símbolo nacional.
Brasil no ha dejado de producir pilotos talentosos
En la década de 2000, Rubens Barrichello tomó el relevo como uno de los representantes más constantes de Brasil en la parrilla. Disputó más de 320 Grandes Premios, siendo durante años el piloto con más participaciones en la historia de la F1. Logró 11 victorias y fue subcampeón del mundo en 2002 y 2004 con Ferrari, como compañero de Michael Schumacher.
Otro nombre destacado es Felipe Massa, quien estuvo a punto de coronarse campeón en 2008 con Ferrari. Aunque perdió el título por un punto frente a Lewis Hamilton, su actuación en Interlagos sigue siendo una de las más recordadas por la afición brasileña.
