En los últimos años, la industria automotriz y energética ha acelerado la transición hacia gasolinas más limpias, una medida clave para reducir las emisiones contaminantes y mejorar la eficiencia de los motores. En México y en distintas partes del mundo, estas nuevas formulaciones buscan equilibrar la movilidad con la protección ambiental y el desempeño mecánico.
Las gasolinas limpias se caracterizan por tener menor contenido de azufre y aditivos menos agresivos, lo que reduce significativamente los contaminantes emitidos por los vehículos. Según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), la reducción de azufre en los combustibles puede disminuir hasta en 90% las partículas finas y gases nocivos, como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, principales responsables de la contaminación urbana.
Además de los beneficios ambientales, estas gasolinas también favorecen el funcionamiento del motor. Al ser más puras, permiten una combustión más completa y eficiente, evitando la acumulación de residuos en inyectores, válvulas y cámaras de combustión. Esto se traduce en un mejor rendimiento, menor consumo de combustible y una vida útil más larga para el motor.

Gasolinas limpias en México
En México, la Secretaría de Energía (SENER) y Petróleos Mexicanos (Pemex) han implementado en los últimos años una estrategia gradual para distribuir gasolinas con bajo contenido de azufre, en cumplimiento con las normas ambientales internacionales. Estas medidas buscan alinearse con los estándares de países como Estados Unidos y Canadá, donde los combustibles de ultra bajo azufre (ULSD) ya son la norma.
Otra innovación en desarrollo es la introducción de biocombustibles, que combinan gasolina tradicional con etanol derivado de fuentes vegetales. Este tipo de mezcla no solo reduce la dependencia del petróleo, sino que también disminuye las emisiones de CO2, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Sin embargo, los expertos advierten que el impacto positivo de estas gasolinas depende también del mantenimiento adecuado del vehículo y del uso de combustibles certificados. Utilizar productos de baja calidad o adulterados puede revertir los beneficios y provocar daños al motor.