Una batería defectuosa puede provocar diversos problemas en el funcionamiento de un vehículo y uno de los impactos menos conocidos, pero más frecuentes, es el aumento en el consumo de gasolina. Aunque muchos conductores relacionan el gasto de combustible únicamente con factores como el motor, la presión de las llantas o el tipo de conducción, el sistema eléctrico desempeña un papel clave en la eficiencia energética del auto.
Cuando la batería comienza a fallar, ya sea porque está descargada, en mal estado o próxima a terminar su vida útil, el alternador debe trabajar con mayor esfuerzo para intentar mantener el suministro de electricidad requerido por el vehículo. Este sobreesfuerzo provoca que el motor consuma más energía para mover el alternador, lo que se traduce en un mayor uso de combustible.
En condiciones normales, el alternador solo utiliza la energía necesaria para cargar la batería y alimentar los componentes eléctricos, pero si la batería no retiene carga, el sistema eléctrico demanda constantemente energía adicional.

Además, una batería en mal estado puede ocasionar fallos en sensores clave del motor, como los que controlan la mezcla aire-combustible o el funcionamiento del sistema de inyección. Si estos no reciben voltaje estable, pueden enviar lecturas incorrectas a la computadora automotriz (ECU), generando mezclas más ricas en gasolina de lo que el motor realmente requiere.
Lo anterior no solo aumenta el consumo de gasolina, también afecta el rendimiento general del auto, provocando pérdida de potencia, arranques lentos, jaloneos o incluso apagones repentinos en circulación.
¿Cómo saber cuando la batería del auto está fallando?
Otro efecto secundario común es que los accesorios eléctricos, como luces, aire acondicionado, radio y sistemas de asistencia, exijan mayor energía cuando la batería está débil, incrementando nuevamente la carga sobre el motor. En consecuencia, el auto se vuelve menos eficiente y los recorridos regulares pueden empezar a consumir significativamente más gasolina.
Se recomienda estar atentos a señales como dificultad al encender, iluminación tenue en tableros, olor a combustible excesivo, caída en el rendimiento y aumento repentino en el gasto de gasolina. Revisar la batería periódicamente, al menos una vez al año, y reemplazarla cuando es necesario no solo evita fallos inesperados, sino que también protege otros componentes eléctricos y ayuda a mantener un consumo de combustible estable.