Importar un auto a México puede ser una opción atractiva para quienes buscan precios más bajos o modelos que no están disponibles en el mercado nacional. Sin embargo, antes de hacerlo, es importante conocer los impuestos y trámites que implica este proceso, ya que su costo total puede elevarse significativamente si no se calcula correctamente.
De acuerdo con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), uno de los primeros gravámenes que debe cubrirse es el Impuesto General de Importación (IGI), que corresponde al 10% del valor del vehículo declarado en aduana. Este monto se calcula sobre el precio del auto en su país de origen, sumando los costos de transporte y seguro hasta la frontera mexicana.
A este impuesto se suma el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que equivale al 16% y se aplica sobre el valor total del vehículo, incluyendo el IGI. Además, en algunos casos puede cobrarse el Derecho de Trámite Aduanero (DTA), que ronda el 0.008% del valor de la operación, según lo establece la Ley Federal de Derechos.
Otro concepto relevante es el Impuesto Sobre Automóviles Nuevos (ISAN), que se aplica únicamente si el vehículo tiene menos de un año de antigüedad y no ha sido registrado previamente en otro país. El monto de este impuesto varía según el precio del auto y puede alcanzar varios miles de pesos.
Pagos que no deben pasarse por alto
También deben considerarse los costos de regularización y verificación ambiental, ya que los autos importados deben cumplir con las normas oficiales mexicanas en materia de emisiones contaminantes y seguridad vehicular. En caso contrario, no podrán obtener placas nacionales ni circular legalmente.
Por último, si el vehículo se importa de Estados Unidos o Canadá bajo el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), podría aplicar una exención parcial o total del IGI, siempre y cuando se demuestre que el auto fue fabricado en alguno de los tres países miembros.
