Durante la temporada de lluvias, muchos conductores se enfocan en el cuidado de frenos, limpiaparabrisas o luces, pero olvidan un aspecto fundamental: la presión de las llantas. Este factor influye directamente en la tracción, la estabilidad y el frenado del vehículo, especialmente sobre superficies mojadas.
Cuando las llantas tienen una presión incorrecta, ya sea por exceso o porque les falte, su capacidad de adherencia al pavimento se ve comprometida. En condiciones de lluvia, esto aumenta el riesgo de derrapes, aquaplaning y pérdida de control.
Una llanta con baja presión se deforma más, provocando un mayor contacto con el suelo, según el sitio de Goodyear. Aunque esto podría parecer ventajoso, en realidad genera calentamiento excesivo, desgaste irregular y menor capacidad para evacuar el agua a través de las ranuras.
Por otro lado, una llanta con presión demasiado alta reduce el área de contacto, lo que disminuye la tracción y hace que el vehículo rebote más en charcos o superficies resbaladizas. Para garantizar un buen desempeño durante un día de lluvia, es recomendable revisar la presión de los neumáticos al menos una vez por semana, especialmente si el clima ha cambiado repentinamente.

¿Cómo calibrar la presión de las llantas?
Para garantizar que la presión de los neumáticos sea la indicada, lo ideal es checarla cuando las llantas están frías y siguiendo el valor recomendado por el fabricante, el cual suele encontrarse en el marco de la puerta del conductor o en el manual del vehículo.
Otro punto importante es el uso de manómetros confiables. Las estaciones de servicio pueden tener calibradores imprecisos por falta de mantenimiento. Si conduces constantemente bajo la lluvia, considera adquirir un medidor personal y mantenerlo en la guantera.
Una correcta presión no solo mejora el agarre en piso mojado, sino que también reduce el consumo de combustible y alarga la vida útil del neumático, ayudando a prevenir accidentes y optimizar el rendimiento del vehículo.
Mantener una presión adecuada en las llantas es una acción sencilla pero vital para conducir de forma segura en temporada de lluvias. No se trata solo de comodidad, sino de proteger tu vida y la de los demás en el camino.