Una práctica común entre los usuarios que cuentan con un auto es el venderlo después de cierto tiempo para adquirir otro modelo más nuevo. Sin embargo, hay vehículos cuyo valor de reventa se vuelve mucho más bajo sin importar que hayan sido adquiridos de agencia debido a la depreciación. Entender este concepto ayuda a proteger tu inversión y planear mejor tus finanzas relacionadas con tu unidad.
La depreciación es la pérdida de valor que sufre un bien con el tiempo, y en el caso de los autos, es un factor inevitable desde el momento en que salen de la agencia. En términos simples, significa que un coche pierde parte de su valor original conforme pasan los años, se acumulan kilómetros y su estado general se deteriora.

De acuerdo con el libro azul, desde el primer año, un auto nuevo puede depreciarse entre un 20% y 30%, dependiendo de la marca, modelo y demanda en el mercado. Después, la depreciación continúa de forma progresiva: entre un 10% y 15% anual durante los primeros cinco años. Esto significa que, al cabo de ese periodo, el vehículo puede haber perdido hasta el 60% de su valor original.
Cabe aclarar que la depreciación se ve influida por varios factores, el más evidente es el desgaste físico del vehículo: kilómetros recorridos, condiciones de la pintura, estado del motor, interiores y llantas. Pero también afecta el historial de mantenimiento, si ha tenido accidentes, la marca, la reputación del modelo, e incluso la demanda del tipo de auto en el mercado. Un sedán puede depreciarse más rápido que una SUV, por ejemplo, si esta última tiene mayor demanda.
¿Cómo evitar que un auto se deprecie?
El impacto de la depreciación es clave al momento de vender. Si no se toman medidas preventivas, el auto puede valer mucho menos de lo esperado. Para minimizar su efecto, es recomendable realizar mantenimientos regulares, conservar el vehículo en buenas condiciones, no modificarlo de forma extrema y guardar facturas o historial de servicios.
También es importante considerar la depreciación al momento de comprar. Algunos autos conservan mejor su valor que otros; marcas como Toyota, Honda o Mazda suelen tener una depreciación más lenta por su confiabilidad y bajo costo de mantenimiento. Elegir un modelo con buena reputación y alta demanda puede traducirse en un mejor valor de reventa en el futuro.