Pulir la pintura de un auto puede devolverle brillo, retirar pequeñas imperfecciones y darle un acabado espectacular. Sin embargo, si no se hace con cuidado, puede generar daños irreversibles como microrayones, hologramas, pérdida de claridad o desgaste del barniz. Dicho lo anterior, te diremos cuáles son algunos de los errores más frecuentes y cómo evitarlos.
Los daños pueden no ser evidentes de inmediato, pero con el sol, la luz artificial o después de varios lavados se revelan: pérdida de nitidez, reflejos opacos, aparición de marcas en forma de espiral u “hologramas”. Restaurar estos daños puede implicar varios pasos de corrección de pintura, lo cual puede ser costoso y llevar tiempo.
Principales errores al pulir un auto
Pulir sin lavar o descontaminar la superficie primero
Cuando la pintura tiene suciedad, polvo, alquitrán, partículas metálicas u otros contaminantes, pulir directamente hace que esos elementos actúen como abrasivos, rayando el barniz.
Usar aplicadores, pad o producto inadecuado
Elegir un pad muy agresivo, un compuesto de pulido demasiado fuerte, o una máquina rotativa sin experiencia puede dañar la capa transparente. Usar la combinación incorrecta puede dejar marcas.
Presión excesiva o movimientos incorrectos
Aplicar demasiada fuerza o permanecer demasiado tiempo en una misma área genera calor, lo que puede deformar el barniz, generar “swell”, es decir, que la pintura se hinche temporalmente; o quemar la capa transparente. Usar movimientos circulares en vez de pases superpuestos rectos puede favorecer marcas visibles.
Trabajar bajo sol directo o con la pintura caliente
El calor empeora mucho los problemas, el compuesto se seca demasiado rápido, se dificulta retirarlo limpiamente, quedan residuos, manchas o veladuras.
No limpiar o cambiar los pads de pulido
Usar pads saturados de producto, de suciedad o demasiado usados provoca que dejen residuos, arrastren partículas que “raspan” más que pulir, generando marcas microabrasivas.
Olvidar sellar o proteger luego del pulido
Después del pulido, la pintura usualmente queda sin protección ya que parte del barniz protector, ceras o sellantes anteriores pudo haberse removido. Si no se aplica un sellador, cera o incluso un recubrimiento cerámico, la superficie queda vulnerable a nuevos rayones, a pasos de suciedad o oxidación.