Los autos eléctricos y las energías renovables están conectados de manera interesante y profunda. Si bien ambas innovaciones se han presentado como una solución a la creciente contaminación y al cambio climático, ambas tienen aspectos que quizá no sean tan verdes como se piensa.
En primer lugar, ambas formas tecnológicas están unidas por la electricidad. La energía eléctrica es súmamente compleja y tiene la capacidad de transformar el mundo, ya que puede sustituir otras formas de energía como el carbón, el petróleo o la gasolina.
De hecho, estos energéticos son comunmente utilizados para generar electricidad. Con la rápida expansión tecnológica y digital, acaso la electricidad no haya sido tan importante antes, como ahora.
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Es aquí donde entran las energías renovables.
A través del aire, el sol, el calor de la tierra o incluso la fuerza de la marea, se puede generar electricidad sin la necesidad de quemar hidrocarburos.
La conexión entre autos eléctricos y las energías renovables
Sin embargo, las energías renovables carecen de un ‘output’ estable. Es decir son intermitentes: llega la noche y no hay sol; el viento puede dejar de soplar por días, o la marea puede detenerse.
Para solucionar ese problema se desarrollaron las baterías de larga duración, entre las cuales la más usada es la de litio.
Prácticamente en todo desarrollo de energías renovables se requiere un sistema de almacenamiento de energía a base de litio y otros metales raros.
La explosión de las renovables ha hecho que la demanda por el litio y los metales raros se dispare, y con ella sus precios, dada la poca disponibilidad mundial.
Energías renovables, ¿en riesgo?
El problema del abasto de litio es grave; al grado de que las empresas automotrices y energéticas están considerando entrar de lleno a minarlo ellas mismas.
Elon Musk expresó en Twitter que Tesla ingresaría al negocio minero para mantener sus autos eléctricos costeables.
Otro ejemplo es General Motors, que firmó importantes acuerdos con Glencore para el abasto de litio a largo plazo, de cara a un incremento en la producción de vehículos.
El asunto, es que la minería de este metal es un negocio complicado que tiene un fuerte impacto medioambiental.
Específicamente por el uso de solventes para purificarlo y separarlo de otros minerales. Esta práctica pone en serio riesgo los mantos freáticos que circundan a un yacimiento, y de verse contaminados, existe un importante riesgo sanitario.
De modo que la bonanza de un mercado sustentable, puede ser también el surgimiento de otro negocio no tan verde.
En contraste, la introducción agresiva de productos ‘sustentables’ como los autos eléctricos o las energías renovables a los mercados mundiales, puede asestar un fuerte golpe a las economías de diversos gobiernos.
El caso mexicano es un buen ejemplo: la entrada de los autos eléctricos a México puede crear una fuerte demanda de electricidad. Dicha electricidad no viene de fuentes renovables, y aunque lo hiciera, se requiere infraestructura de carga.
A su vez, la demanda de litio se incrementaría, y con ella una huella ambiental importante.
Es por esto que las estrategias de decarbonización son tan difíciles de implementar y de llevar a cabo de una forma horizontal, pues las economías mundiales y la situación particular de cada país provocan problemas particulares a resolver.