La gasolina adulterada se ha convertido en una preocupación creciente entre los automovilistas en México. Este tipo de combustible, alterado con sustancias no permitidas o con una mezcla fuera de las normas oficiales, puede provocar daños severos al motor y representar un riesgo tanto para el vehículo como para la seguridad del conductor. Identificarla a tiempo es clave para evitar costosas reparaciones.
La gasolina adulterada es aquella que ha sido modificada con componentes ajenos a su formulación original, como solventes, agua, alcoholes industriales o aceites reciclados. Estas sustancias se utilizan para reducir costos en la distribución ilegal, pero afectan directamente la calidad de la combustión y la protección interna del motor. De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), este tipo de prácticas son más comunes en estaciones no verificadas o que presentan irregularidades en sus dispensarios.

Existen varios síntomas que pueden alertar al conductor sobre el uso de combustible adulterado. Uno de los primeros signos es una pérdida de potencia del vehículo o dificultad para acelerar, ya que el motor no recibe la energía necesaria para su correcto funcionamiento. También es común percibir tirones o jaloneos durante la marcha, encendido irregular y, en algunos casos, la emisión de humo excesivo o con mal olor. Si la gasolina contiene agua o impurezas, puede además generar fallas en el sistema de inyección y encender la luz de advertencia del motor.
Peligros de usar gasolina adulterada en el auto
Los daños mecánicos derivados del uso prolongado de gasolina adulterada pueden ser graves. Entre los más comunes se encuentran el deterioro de los inyectores, el taponamiento del filtro de combustible, el daño a las bujías y la corrosión del sistema de combustión. En casos extremos, el motor puede sufrir una falla completa que requiera reemplazo de componentes costosos.
Para evitar estos problemas, los expertos recomiendan abastecerse únicamente en estaciones verificadas por la Profeco y estar atentos a cualquier irregularidad, como precios inusualmente bajos o gasolina con olor fuerte o color extraño. Además, conservar los comprobantes de carga puede ser útil para presentar una queja si se sospecha adulteración.