Mantener la presión adecuada en las llantas es una de las tareas más simples y a la vez más importantes del mantenimiento automotriz. Un neumático mal inflado, ya sea con baja o alta presión, puede generar múltiples daños si se maneja en ese estado durante un periodo prolongado. Más allá de la incomodidad al conducir, puede comprometer la seguridad, aumentar los costos de operación y reducir la vida útil del vehículo.
Revisar la presión de las llantas al menos una vez al mes o antes de un viaje largo es una práctica sencilla que puede evitar accidentes y reparaciones costosas, según Michelin. Además, seguir la presión recomendada por el fabricante, que suele encontrarse en la puerta del conductor o el manual del auto, es clave para garantizar un manejo seguro, eficiente y cómodo a largo plazo.
Daños por manejar con las llantas mal infladas
Desgaste irregular y prematuro
Cuando una llanta está bajo inflada, la parte externa de la banda de rodamiento se desgasta más rápido que el centro. Esto significa que pierde su forma óptima de contacto con el asfalto, lo cual no solo reduce su duración sino también su capacidad de tracción. Por otro lado, si está sobre inflada, el desgaste se concentra en el centro del neumático, disminuyendo el agarre y aumentando el riesgo de deslizamientos.
Mayor consumo de combustible
Una llanta con poca presión genera mayor resistencia al rodar, lo que obliga al motor a trabajar más para mover el vehículo. Esto se traduce directamente en un mayor consumo de gasolina. Según estudios del Departamento de Energía de Estados Unidos, manejar con neumáticos mal inflados puede incrementar el consumo de combustible entre un 3% y un 5%.
Riesgo de reventones y fallas
De acuerdo con Goodyear, una presión incorrecta debilita la estructura del neumático. En el caso de una llanta con baja presión, el sobrecalentamiento puede dañar las paredes internas y provocar un reventón, especialmente a altas velocidades o en trayectos largos. Esto representa un grave peligro, ya que puede hacer que el conductor pierda el control del vehículo.
Daños en la suspensión y dirección
Finalmente, conducir con llantas mal infladas también puede generar un esfuerzo desigual en la suspensión, dirección y sistema de frenos. El vehículo se ve forzado a compensar constantemente el desequilibrio, lo que incrementa el desgaste de componentes como amortiguadores, rótulas y bujes.
