El filtro de aceite es una pieza clave para el buen funcionamiento del motor de un auto. Su tarea principal es eliminar impurezas, sedimentos y residuos del aceite antes de que este circule por las partes internas del motor. Sin embargo, cuando este componente se encuentra sucio o saturado, puede provocar una serie de problemas mecánicos que afectan directamente el rendimiento y la vida útil del vehículo.
Conducir con un filtro de aceite sucio impide que esta sustancia fluya adecuadamente, según Castrol, esto puede causar una lubricación deficiente en las piezas móviles del motor, lo cual genera un aumento en la fricción y el desgaste. Con el tiempo, esta fricción puede dañar componentes como los pistones, el cigüeñal y las válvulas,
Además, al estar obstruido, el filtro puede activar una válvula de derivación (bypass), diseñada para permitir el paso del aceite incluso si no ha sido filtrado. Aunque esta medida evita que el motor se quede sin lubricación, también significa que el aceite contaminado circulará libremente, aumentando la posibilidad de acumulación de residuos y lodos en el motor. Esta suciedad puede afectar el sistema de distribución, obstruir conductos y reducir la eficiencia del enfriamiento interno al conducir.
Así puedes saber si el filtro de aceite está sucio
Otro síntoma común que revela que el filtro del aceite está sucio es la disminución del rendimiento del motor. Un filtro saturado puede causar que el motor trabaje con mayor esfuerzo, lo que se traduce en una pérdida de potencia y aumento en el consumo de combustible.
En algunos casos, incluso puede encenderse el testigo del aceite en el tablero, indicando una presión baja o problemas en el sistema de lubricación. Ignorar este mantenimiento también puede anular garantías mecánicas o disminuir el valor del vehículo en caso de reventa, ya que los daños internos pueden ser detectados por un técnico durante una revisión.
Para evitar estos problemas, AutoZone recomiendan cambiar el filtro de aceite cada vez que se realiza un cambio de aceite, lo cual suele ser cada 5,000 a 10,000 kilómetros, dependiendo del tipo de aceite y del uso del carro. Reemplazarlo a tiempo no solo es una medida de prevención sencilla y económica, sino una inversión para extender la vida útil del auto y evitar reparaciones mayores.
