El aceite es uno de los elementos más importantes para el funcionamiento y la durabilidad de un automóvil. Su función principal es lubricar las piezas internas, reducir la fricción, evitar el desgaste prematuro y ayudar a mantener una temperatura adecuada. Elegir el tipo correcto no solo mejora el rendimiento del vehículo, sino que también prolonga la vida útil del motor.
Uno de los primeros aspectos a considerar es la viscosidad del aceite, indicada por un código como 5W-30 o 10W-40. La primera cifra seguida de la letra “W” (de winter, invierno en inglés) representa la fluidez del aceite a bajas temperaturas, mientras que la segunda indica su comportamiento a altas temperaturas. Elegir la viscosidad adecuada garantiza un arranque más fácil en frío y una protección óptima en condiciones de calor. Para saber la especificación exacta, lo mejor es revisar el manual del fabricante.
También es importante elegir entre aceite mineral, semisintético o sintético. El mineral es el más básico y económico, adecuado para motores antiguos o de uso moderado. El semisintético ofrece un equilibrio entre protección y precio, mientras que el sintético proporciona un rendimiento superior, soporta temperaturas extremas y mantiene sus propiedades por más tiempo, siendo ideal para motores modernos o de alto rendimiento.
La normativa y certificaciones son otro factor clave. Organismos como API (Instituto Americano del Petróleo. por sus siglas en inglés) o ACEA (Asociación de Constructores Europeos de Automóviles) establecen estándares de calidad. Usar un aceite que cumpla con las especificaciones recomendadas por el fabricante asegura que el motor reciba la protección necesaria frente al desgaste, la oxidación y la acumulación de residuos.
Factores externos a considerar para cuidar tu motor
El tipo de uso y las condiciones de conducción también influyen. Si el vehículo circula frecuentemente en tráfico pesado, climas muy fríos o calurosos, o realiza trayectos cortos y continuos, puede requerir un aceite de mayor calidad o con aditivos especiales. Estos mejoran la limpieza interna, protegen contra la corrosión y optimizan el rendimiento.
Finalmente, es esencial respetar los intervalos de cambio. Aunque un aceite sintético dure más, el lubricante se degrada con el tiempo y pierde efectividad. Seguir las recomendaciones del fabricante en cuanto a kilometraje o tiempo de uso evita daños costosos y mantiene el motor en óptimas condiciones.
