Después de la crisis subprime y del rescate de la industria automotriz por parte de Barack Obama, el universo de los autos en Estados Unidos se recuperó francamente rápido.
Sólo como ejemplo, las ganancias de Ford llegaron a los $6000 millones de dólares en 2011; a los $7.2 mil millones en 2013, y hasta los $8.3 mil millones de dólares en 2013.
En el caso de Chrysler, para abril de 2011 tenía trece meses consecutivos de tener ganancias anuales (year-on-year).
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Ese mismo mes la compañía se declaró de nuevo en números positivos y hacia mayo de ese año había pagado los préstamos al Tesoro de los Estados Unidos que había hecho tres años antes.
En total, pagó $10.6 mil millones, lo que significó un pago no sólo del 100% de los $8.2 mil millones que había inyectado la administración de Obama, sino el pago del 50% de los $4 mil millones que le había inyectado la administración de George Bush.
Esto significó un auténtico boom de la industria automotriz en Estados Unidos, que muy temprano en la década comenzó la reestructuración que hoy la tiene tan ocupada: la sostenibilidad.
Aunque General Motors u otras como BMW pudieron presentar autos eléctricos y de hidrógeno desde una década antes, la revolución de los autos eléctricos no comenzó realmente sino hasta el surgimiento del Nissan Leaf y del Chevrolet Bolt en diciembre de 2010.
Ese año fue también el gran surgimiento de Tesla, que compró en 2010 la compañía NUMMI, que era la New United Motor Manufacturing Inc., desde la cual fabricaría más de 300,000 autos totalmente eléctricos para el norte de California hacia finales de la década.
El surgimiento real se dio sólo dos años después de la compra de NUMMI, con el lanzamiento del Tesla Model S.
Hacia 2015 el panorama era absolutamente distinto que el vivido en 2008; de la mayor caída en la historia en 2009, con ventas de menos de 10 millones de vehículos, la industria había repuntado en 2015 hasta superar los 17 millones de unidades vendidas.
Estas historias de éxito se extendieron hasta los fabricantes extranjeros, que ingresaron con total fuerza al mercado de Norteamérica: Ferrari fue uno de los grandes éxitos, al cotizar en la bolsa de Nueva York en 2015 con una capitalización de mercado que hoy supera los $32 mil millones de dólares.
En 2014, las ventas de Lamborghini en los Estados Unidos habían incrementado 33.33% con un total de 736 unidades, y dio un segundo salto de 36.64% en 2016 cuando rompió por primera vez el récord de más de 1000 unidades vendidas en un año, con un total de 1033.
Finalmente, no todo fue miel sobre hojuelas, en 2015 llegó uno de los escándalos más grandes de la industria con el Diesel Gate de Volkswagen.
Se acusó y se probó que la compañía había instalado un software en los vehículos a diesel que disfrazaba sus emisiones reales, con el fin de evadir las nuevas responsabilidades de sostenibilidad por la crisis de cambio climático.
El escándalo alcanzó a los autos de Volkswagen, BMW, Audi, SEAT y Porsche.
Los autos y el hip hop 2010-2022
Como hemos venido discutiendo en esta serie, los autos en el imaginario del rap y el hip hop han tenido una larga configuración y diversas funciones.
En primera instancia, los autos representan modelos aspiracionales, símbolos heredados del boom del acero en Estados Unidos después de la Segunda Guerra, que dejó modelos emblemáticos de Ford, Chrysler y Chevrolet.
Estos grandes autos americanos, particularmente los Chevrolet y Cadillac se colocaron en el imaginario del rap como estandartes de poder y status; estos modelos reinaron desde los inicios del rap en el 79 hasta prácticamente el final de los 80.
Para entonces los modelos sport japoneses como los Lexus, los Infiniti y los Acura se habían convertido en los nuevos reyes del camino. Al menos en la Costa Este, en el rap creado desde Nueva York, la Meca.
Pero en la Costa Oeste los viejos modelos Cadillac y Chevrolet consolidaron su legado; se convirtieron en lowriders: autos con suspensión modificada, llantas especiales con rines de rayos (daytons) fabricados para soportar el bounce (rebote).
Cuando el nuevo milenio entró, los autos extranjeros y de lujo hicieron su magna entrada al imaginario del hip hop; modelos como Mercedes Benz, Jaguar, Rolls Royce aparecían con cada vez mayor frecuencia en letras y videos musicales.
Esta tendencia se extendió de forma total después de la crisis subprime y el resurgimiento de la industria.
Pero ahora los autos ya no eran modelos aspiracionales y símbolos de poder y estatus (o no sólo eran eso) sino que se convirtieron en herramientas útiles para el desarrollo de la música (como el Mazda MPV de DJ Premier).
Los autos en el rap pasaron a ser elementos teatrales con una función dramática y estructural.
Esta mudanza de sentidos se dio también a medida que el hip hop ganó su mayoría de edad y se le consideró más unánimemente como un ‘arte canónico’ y no solo un ‘arte urbano’.
Prueba de este ingreso a la “mayoría de edad” del hip hop es el Premio Pulitzer a Kendrick Lamar en 2018.
Uno de los primeros ejemplos del auto como un elemento teatral y dramático dentro de una narrativa musical la encontramos en Dr. Dre y el video musical de su sencillo de 2011 “I Need a Doctor”.
En el video podemos a Dr. Dre manejando un Ferrari 360 Modena a toda velocidad por las pendientes y curvas de Los Ángeles. En segundo plano, Dre tiene una serie de flashbacks a toda su carrera y de pronto se distrae y choca brutalmente.
Este marco narrativo sirve de telón de fondo para toda la canción que tiene una participación especial de Eminem. Se calcula que el choque del Ferrari 360 Modena de Dr Dre fue de $150 mil dólares.
Pero el retrato más fiel del auto como elemento narrativo lo encontramos en “The art of Peer Pressure” de Kendrick Lamar y su álbum Good Kid, M.A.A.D. City (2012).
A lo largo de todo este álbum (profundamente cinematográfico) hay apariciones de autos importantes, pero ninguna como la “Toyota blanca” en la cual K.Dot y su pandilla realizan atracos y se mueven por todo Compton durante una larga noche.
La referencia directa a esta camioneta la encontramos en “The art of peer pressure”, aunque hay escenas posteriores que prácticamente suceden dentro de ella. En la letra Lamar rapea:
“Me and my niggas four deep in a white Toyota/ A quarter tank of gas, one pistol, and orange soda/ Janky stash box when the federales'll roll up/ Basketball shorts with the Gonzales Park odor”.
Este recurso narrativo se ha ido volviendo cada vez más utilizado entre raperos a lo largo de la década. Un ejemplo final lo encontramos en Conway The Machine, uno de los raperos más duros y prolíficos de los últimos años.
En su “Spurs 3” sencillo de su álbum From King To God (2020) encontramos a un Porsche importado como parte medular de la narración.
“Cop pulled me over in my imported Porsche/ He said, "This car must be a hundred-K",/ I said, "you forty short" (I said you short)”.
En otras canciones del disco hay otras apariciones de autos, todas como elementos narrativos que expanden la imagen del rapero como un personaje.
Los autos y el rap: una extensión de sus identidades
El auto como elemento narrativo o marco referencial para la narración no es la única función que han servido los autos en el rap y el hip hop de la última década.
Como en años anteriores, los autos son también a la vez accesorios o ‘extensores’ de la personalidad de los raperos. Quizá no podemos imaginarnos a Tupac manejando un sedán de Ford, ni a Biggie en un Chevy.
De esta misma manera, raperos como Freddie Gibbs, Gucci Mane o Rick Ross han expresado su amor por los autos como una forma de confirmar su identidad y su legado.
De esta manera tenemos el sello de Rick Ross Maybach Music, y a los Ferrari como epítomes de Gucci Mane.
De acuerdo con un estudio de Medimum.com hay un top 10 de los raperos que más menciones menciones a los autos han hecho en sus catálogos, desde 1995.
El primero de ellos es Gucci Mane, que menciona a los autos (en mayor medida los Ferrari y los Bentley) en el 50% de todo su catálogo, unas 302 canciones.
El tercero es Rick Ross que menciona a los autos en el 69% de su catálogo, unas 188 canciones; y en segundo lugar está The Game, con menciones a los autos en el 64% de su catálogo, unas 279 canciones.
Un buen ejemplo del auto como extensión de la personalidad, la encontramos en “Colors”, sencillo del 2018 de Freddie Gibbs, G Perico y Mozzy.
Es cosa conocida que Freddie Gibbs posee un Monte Carlo SS de 1985. Su pasión por los autos y la industria ha sido motivo de varias entrevistas y presentaciones. Pero en “Colors” podemos escuchar las siguientes barras:
“Put me on when I dropped out here/ Back home I know you Vice Lord but them red cars get you popped out here/ Out with an all burgundy Monte Carlo SS with the T tops out here”.
Otro ejemplo muy a la mano es el caso de Ludacris, cuyo amor por su Acura de 1993 (que presuntamente tiene más de 362,000 kilómetros recorridos) lo llevó a ponerlo en la portada de su disco Ludaversal (2015).
En el corte número ocho “Come and see me” podemos escuchar a Ludacris hacer una referencia directa a su famoso Acura, que sirve como un extensor de su personalidad como un playboy:
“Since I'm rubbing all on my Acura's interior/ Whenever I'm with either of my ladies I just love her/ See cuz one rides me while I ride in the other mane”.
Por otro lado, aunque el recurso de comparar la potencia de los autos con la potencia viril de tal o cual rapero no ha sido una cosa nueva, en la década del 2010 al 2020 se ha hecho más común entre los artistas de la escena.
Un caso emblemático es el de “Mercy”, uno de los sencillos más sonados del 2012, cortesía de Kanye West. La canción es prácticamente un homenaje a la sensualidad del Lamborghini, acaso sólo comparable con la sensualidad de una mujer.
“I-I-I-I-I'm in that two-seat Lambo/ With your girl, she tryna jerk me/ O-okay, Lamborghini Mercy (swerve)/ Your chick, she so thirsty (swerve)/ I-I-I-I-I'm in that two-seat Lambo”.
Finalmente tenemos el caso de Larry June, rapero de Los Ángeles que a través de cada portada y cada sencillo ha dejado patente su amor por los autos, prácticamente en casa portada de su discografía añade algún vehículo clásico.
Uno de los más emblemáticos es el que aparece en su álbum Numbers (2020). Se trata de un Mustang convertible, posiblemente de 1986, también conocido como Fox Body.
En conclusión, los autos en el hip hop han tenido profundas transformaciones dentro del imaginario de este arte.
Desde símbolos de estatus y poder económico, pasando por extensores de la identidad, hasta elementos narrativos dentro de una ficción mayor.
Sin embargo, la década del 2010 al 2020 también estuvo marcada por el ingreso de los raperos a las marcas de lujo como embajadores.
Si bien esto no es cosa nueva, ya Run DMC se había convertido en el primer grupo de rap en tener un contrato millonario con Adidas, raperos como A$AP Rocky (Dior), Young Thug (Calvin Klein) y Pusha T (Alexander Wang) se convirtieron en los nuevos rostros de marcas de lujo.
Esto se extendió a las compañías automotrices y dejó colaboraciones como la de Will.I.Am y Mercedes Benz, o la de Vince Staples con Acura.
Finalmente, esta serie ha tenido una intención divulgadora y de difusión, y sólo se han tocado algunas de las funciones y vertientes que los autos han tenido dentro del hip hop, pero han tenido muchas más.
Ambas culturas e industrial (la musical del hip hop y la automotriz) se han complementado y revolucionado (o incluso canibalizado) a lo largo de las décadas, y habrán de mantenerse unidas de forma irrevocable para el porvenir.