Bentley es una de esas marcas automotrices que se mueven por cielo, mar y tierra. A lo largo de sus 103 años de historia, la firma de las alas se ha colocado como una líder en movilidad.
Hoy, uno de sus más icónicos modelos está cumpliendo 70 años de historia: el Bentley R-Type Continental, el que fuera el automóvil de cuatro puertas más veloz y más caro del mundo.
Con sólo 208 ejemplares producidos, el R-Type Continental fue el primero de los autos de Bentley en tener tal nombre, y era tan raro verlo en 1952, cuando se lanzó al mercado, como lo es ahora.
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Gracias a su exquisito diseño exterior e interior, además de los avances en ingeniería que presentó, el auto se convirtió en una huella fundacional para la marca.
Al día de hoy, el R-Type Continental representa la encarnación de Bentley, y la epítome de los autos Gran Turismo.
De modo que desde hace 70 años este auto clásico ha estado inserto en el alma de Bentley, inspirando a sus diseñadores e ingenieros en cierta dirección.
De hecho, en 2003 la marca volvió a imponer el récord del auto de cuatro puertas más veloz del mundo, con el Continental GT.
Este auto viene a ser el hermano menor del R-Type, con quien comparte un aura de elegancia y desempeño al máximo.
A 70 años de un clásico
Rolls-Royce adquirió Bentley en 1931, desde entonces las dos compañías han compartido un estilo particular y una visión sobre los modelos que producen, a menudo parecidos entre sí.
El R-Type Continental es uno de esos autos, ya que fue diseñado por Rolls-Royce en conjunto con la firma de carrocerías HJ Mulliner.
Particularmente, el diseño de este auto se le atribuye a Stanley Watts, quien integró la tecnología del túnel de viento para diseñar la carrocería.
La parte trasera del auto en forma inclinada, así como sus aletas traseras, ayudan a estabilizar y a reducir el arrastre del auto.
La visión era tener una carrocería completa en aluminio, que no integrara marcos de madera, que eran comúnmente utilizados en las carrocerías.
Esto provocó que el R-Type Continental tuviera más de 2 toneladas de peso, lo que significó un serio reto de ingeniería para Ivan Everden, entonces jefe del proyecto. Por eso fue necesario integrarle un motor de seis cilindros en línea con 4.566cc y 153CV.
En sus primeras pruebas, el auto promedió una velocidad máxima de 193 kilómetros por hora.
Estas pruebas ocurrieron en 1950, en una pista de Praís, y un año después el auto estaba en producción, y un año después estaba ya a la venta. Desde entonces se fabricaron 207 unidades más, que incluyeron cuatro modelos descapotables y dos cupés.